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La cortina de lluvia era tan densa como espeso es el petróleo, y apenas era posible dar un paso sin tropezar con, literalmente, cualquier cosa.
Sin embargo, la fortuna me sonrió al permitirme distinguir, entre los borrosos edificios que brotaban del empapado suelo urbano, la entrada de una cervecería de estilo irlandés. Tal vez en su interior podría, al fin, esquivar a aquella que me persigue, al tiempo que refugiarme del torrente húmedo que asola la ciudad.
Sin embargo, la fortuna me sonrió al permitirme distinguir, entre los borrosos edificios que brotaban del empapado suelo urbano, la entrada de una cervecería de estilo irlandés. Tal vez en su interior podría, al fin, esquivar a aquella que me persigue, al tiempo que refugiarme del torrente húmedo que asola la ciudad.